Una noche de frío y niebla.
No se ven luna ni estrellas, ni se escucha nada mas que el viento silbar entre los arboles y algún coche aislado que baja a toda velocidad por la calle vecina. Una chimenea caldea mi cuarto mientras, tumbada en la cama, pienso en que sentido tiene ya mi vida... una vida vacía, triste, llena de problemas que no parecen tener principio, ni final... Una vida en la que soñaba, cuando tenia quince años, como una vida plena, satisfactoria y, ante todo, tranquila...
Veo crepitar las llamas en la chimenea y pienso, sin sentido. Cada idea es una nueva y aterradora amenaza... Pienso en que cada día es un día menos en mi vida... Pienso en que no he logrado nada de lo que me he propuesto, y lo que he intentado, lo he fallado estrepitosamente... Y pienso que, en el tiempo que me queda nada de lo que quiero se podrá lograr, aun tras mucho pelear. Las ideas cenicientas como las virutas que salen del fuego me torturan, las llamas me envuelven y no se ya, ni que hacer, ni que pensar... Camino por mi cuarto sin parar de dar vueltas, sin saber a donde me llevaran los pies, sigo por el pasillo... ¿a donde me llevan?
¿Como ponerle fin a toda esta tortura?... ¿como poder decir... por fin se acabo...? No quiero recordar los golpes, los gritos, las palabras amargas y ofensivas que salían de los labios del amor de mi vida. ¿El amor de mi vida? Si yo misma me estoy contradiciendo... ni siquiera he sido capaz de elegir bien a la persona con la que pasar mis momentos, con la que disfrutar, con la que reír, y con la que llorar... ¿como voy a poder salir entonces de este laberinto que me tiene atrapada?
Solo me resta una cosa... desaparecer, esfumarme, irme de este sitio sin dejar huellas de mi... El dolor dura solo un instante, leí una vez... Es fácil marcharte si de verdad lo quieres, si no tienes nada que te ate a seguir aquí... el agua caliente de mi bañera va adormeciendome... Ahora solo me queda esperar y morir soñando...
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